EL PELIGRO LATENTE DEL FASCISMO


Vivimos un periodo convulso. La situación económica está haciendo estragos en la población y la gestión de la misma por parte de los Gobiernos no hace sino alimentar aún más el descredito de la clase política y ahondar la crisis de la propia legitimidad del sistema. Es absolutamente cierto, nadie puede negar que ésta no sea una época de cambios sino un cambio de época. Es un cambio de paradigma social y político en el que difícilmente tiene cabida la democracia, y que será ejecutado con precisión quirúrgica por los poderes financieros a través del vasallaje político a mayor gloria de los principios ultraliberales de la economía del libre mercado, siempre que no reaccionemos y actuemos.

En ese escenario aparecen ante el ciudadano diferentes posibilidades de actuación, asomando entre ellas la del fascismo y todo tipo de movimientos xenófobos, racistas y de extrema derecha. El fascismo nunca ha dejado de existir, es un movimiento de crisis. Es una ideología que está inmersa de forma latente en el propio sistema democrático, aletargado y que sale a la luz en los periodos de profunda crisis económica y política. El fascismo vendría a aparecer en una fase determinada del ciclo económico capitalista siendo, por consiguiente, una tendencia constante de las economías de mercado.

En esa fase, la sociedad vive un momento de gran desafección política y los ciudadanos sienten miedo, no se sienten arropados por el Estado, se alejan de los valores y de los mecanismos de representación democrática, ven a la clase política como el principal actor de todos sus males, sienten que el sistema no puede dar respuesta a sus demandas y que ellos, por sí mismos, no pueden promover los cambios necesarios que solucionen sus problemas. Es precisamente la auto percepción del individuo como mero engranaje de un sistema sobre el que no pueden incidir y que no puede controlar lo que permite el surgimiento del fascismo aletargado. Aparece entonces salvador y triunfante, dando demagógicas respuestas que apelan a falsos sentimientos colectivos como la patria, la raza, la nación o la propia religión.

En Europa tenemos vivos ejemplos del auge del fenómeno fascista: Marine Lepen y su Frente Nacional obtuvieron el 17,9% de los votos a las presidenciales francesas. En Reino Unido el PNB obtuvo el 6,3% en las elecciones europeas. En Hungría Jobbik obtuvo representación en el parlamento europeo. Los Demócratas Suecos, entraron en el parlamento en2010 con un 5,7% de los votos y 20 escaños. En Noruega Partido del Progreso consiguió en 2009 un 23% de los votos en las elecciones nacionales. El ultraderechista Partido Popular Danés es el tercero con el 12,3% de los votos. La última aparición ha sido la del Partido Amanecer Dorado en Grecia con el 7% de los votos en las recientes elecciones. Y así se podría seguir en otros países…

Este auge incuestionable se apoya en un discurso antieuropeo y nacionalista exacerbado que justifica su xenofobia y racismo en la creación de su propio enemigo exterior (la inmigración, el islam…) e interior (la clase política, corrupción…) como causantes de todos los males de sus respectivos países. Y por supuesto tiene su onda expansiva en los medios de comunicación, que son usados como estrategia manipuladora que los justifica y sustenta.

No obstante este ascenso puede hacerse de forma expresa dando la cara, con unas siglas y un ideario público, como los nombrados anteriormente, o, al contrario, puede hacerse desde el propio poder de forma gradual. Primero lanzando mensajes que calan en los ciudadanos y, una vez son asumidos por la ciudadanía, legislando conforme a principios nada democráticos, con la democracia por bandera, que van minando el Estado Social y Democrático de Derecho. Y así está pasando…

Sin ir más lejos, cualquiera de nosotros puede oír constantemente a compañeros y conocidos justificar prohibiciones o defender posturas que hasta hace unos meses parecían impensables. Asimismo se aprecia en los medios de comunicación una subida de voltaje y la temperatura en los titulares de prensa y comentarios de los tertulianos del tea party. De esta manera se ha podido ver como movimientos sociales ciudadanos, cívicos y pacíficos como ATTAC, el 15M, DRY…etc. son estigmatizados mediante estrategias de manipulación mediáticas como grupos antisistemas, violentos y peligrosos al tiempo que se aprueban leyes que usurpan derechos y normas que ensalzan la privación libertades fundamentales, saltándose los principios democráticos más elementales. Se imponen Gobiernos de tecnócratas sin pasar por las urnas, nos hacen ver que sólo hay un único camino para salir de la crisis, culpabilizan al ciudadano para que asuma las imposiciones y recortes de libertades como algo natural y merecido y se instrumentalizan nuevas herramientas de control de la sociedad. Mientras el ciudadano permanece impávido y justificando los cambios…

Este es el paso de la democracia al fascismo promovido desde el poder, el más sibilino y peligroso, el que, bajo una falsa apariencia democrática, nos hace creer que no existe En el que el ciudadano que piensa o reivindica sus derechos se vuelve peligroso y hay que controlar por el bien del mantenimiento de la supuesta democracia.

Es destacable que este proceso gradual esté pasando en nuestro país, donde el fascismo no tiene representación parlamentaria bajo la forma de partido con unas siglas y programa expresamente ultraderechista. Seguramente sea porque nunca se llegó a ir del todo. Es lo que muchos han denominado franquismo sociológico, esa élite fascista que nunca llegó a perder el poder y que en la transición fue adaptándose al devenir de los acontecimientos, al tiempo que los controlaba sin cambiar un ápice de su adscripción ideológica. Las consecuencias de ello la padecemos en la actualidad. En esos momentos estaba escondido y permanecía oculto pero latente, enmascarado con falsas formas democráticas, surgiendo ahora con fuerzas y energías renovadas. La situación no es muy diferente, únicamente ahora no se esconde.

En esta tesitura nos encontramos. En los albores de un cambio, punto de inflexión en el devenir de nuestra sociedad en el que tenemos que estar alerta y no sucumbir ante los peligros totalitarios que se avecinan. En España además, tenemos hechos en la historia reciente que mantienen viva la memoria de lo que es vivir bajo el poder del fascismo. Debemos recordar la historia para que no se repita, está en nuestras manos.

4 comentarios en “EL PELIGRO LATENTE DEL FASCISMO

  1. Si surge régimen de tipo «fascista» (palabra muy parecida, por su tipología, a «terroristas»), y lo hace con apoyo social, no creo que haya que discutirle su legalidad, al fin y al cabo, a eso lo llamamos democracia… Lo que deberíamos preguntarnos es qué estaba pasando antes para que la gente prefiera un régimen más o menos «totalitario» a lo que había antes…. Y en todo caso, a lo largo de la historia, se han vivido muchas situaciones cómo ésta, y aunque sólo sea en una minoría de los casos, cómo la revolución francesa, la ejecución de los tsares rusos o los movimientos hippies de los USA, de vez en cuando una revolución sale bien y implica una mejora en el nivel de vida de la gente durante decenios.. Y de eso se trata.. De seguir buscando alternativas hasta encontrar la buena…Así que miedo al fascismo? Lo justo, gracias… Quizá así se habrá una vía para una mejora real a largo plazo..

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