Ha sido la crónica de una muerte anunciada. Desconfianzas, estrategias partidistas, vértigos electorales, incapacidad de negociación… y otros muchos factores que hemos podido observar en este periodo han hecho que nos enfrentemos a las cuartas elecciones en cuatro años. Más allá de analizar lo acontecido, a continuación se exponen cinco elementos que serán fundamentales en la próxima campaña electoral y el consiguiente escenario postelectoral.
- El juego de la culpa. Desde, prácticamente, el día posterior a las pasadas elecciones se ha podido apreciar que los principales actores que estaban llamados a configurar, de forma natural, un nuevo gobierno han estado más preocupados en buscar la culpabilidad del otro en el fracaso de una negociación-que nunca fue tal-, que en encontrar los elementos reales de construcción de un proyecto de gobierno. Eso se ha acentuado tras la investidura fallida y se ha acrecentado en los últimos días cuando la irremisibilidad de la situación era públicamente evidente. Así comenzará esta campaña electoral de nunca acabar, culpado al resto. Porque bajo esta premisa se esconde la base de la construcción de narrativas que serán los argumentos que construyan el relato con el que los partidos pretenderán dibujar el marco predominante de estas nuevas elecciones. Pero este juego de culpa no juega en un sólo sentido, es decir, de culpar “al otro”, sino que, además, juega en sentido inverso. Es decir, no sólo la culpa es del otro sino que, lógicamente, no es mía. No hay corresponsabilidad. En este sentido, ya se han escuchado argumentos pidiendo a los ciudadanos “una mayoría más clara” o la reforma de un sistema institucional que facilite más el proceso de investidura. En el primer caso es desviar la carga de la culpa hacia los ciudadanos, que se equivocan al votar, y la segunda es despejar balones sobre unos procedimientos que, si bien es cierto que no estaban pensados para una sistema multipartidista y necesitan una revisión, han puesto de manifiesto la incapacidad negociadora de nuestros representantes políticos.
- Las encuestas. A nadie le cabe la duda de que esta nueva convocatoria electoral tiene detrás intereses demoscópicos. El escenario que dibujan la mayoría de las encuestas muestran una subida del PSOE, un PP aguantando y al alza, una bajada moderada de UP que podría haber tocado suelo electoral y un descalabro de C´s y VOX. Parece que los principales actores políticos se han dejado llevar por los cantos de sirenas de estos posibles resultados y han perdido el miedo al resultado azaroso que supone tirar de nuevo los dados electorales. Sólo así se entienden las posturas finales de PSOE y UP y la ocurrencia de última hora de Rivera ante la que se le puede avecinar. Los spin doctors habrán calibrado bien los riesgos que conllevan y las posibles variables que puedan irrumpir durante la campaña, como la sentencia sobre los presos catalanes. De cualquier manera, anteponer los intereses partidistas sobre los de un electorado, que parece no entender lo que ha ocurrido, no parece lo más lógico. Tomar decisiones de gobierno a golpe de encuesta no parece lo más razonable, ya se sabe: las encuestas las carga el diablo.